El consumo de alcohol prolongado en el tiempo afecta de forma negativa a uno de los órganos principales de nuestro cuerpo, el hígado. Aunque lo ideal es no consumir alcohol, se recomienda ingerir únicamente de forma ocasional para evitar que se desarrolle un cuadro de cirrosis, una situación bastante probable en personas con un consumo superior a dos bebidas alcohólicas al día.
¿Qué es la cirrosis alcohólica?
La cirrosis alcohólica es una enfermedad ocasionada por una ingesta del alcohol extendida en el tiempo, generalmente durante años. Esta enfermedad consiste en un reemplazamiento gradual del tejido sano del hígado por tejido cicatrizal en un proceso llamado fibrosis, lo que impide que el hígado funcione de forma correcta.
Esta enfermedad puede causar también disfunciones en otras partes del cuerpo: riñones, sistema gastrointestinal o sistema cardiovascular. Existen otras afecciones como la del hígado graso que pueden resolverse si se elimina el consumo de alcohol, sin embargo, la cirrosis alcohólica es irrevertible.
Síntomas de la cirrosis alcohólica
Podemos clasificar la cirrosis alcohólica como descompensada o compensada. Si se encuentra en estado de compensación, el individuo puede continuar con la ingesta de alcohol y su hígado continuará realizando sus funciones correspondientes. Sin embargo, si la situación se prolonga, lo más probable es que evolucione hacia una cirrosis alcohólica descompensada, momento en el que comenzarán a manifestarse los primeros problemas de salud.
Cuando la cirrosis comienza a desarrollarse, posiblemente se produzcan síntomas o sensaciones que hagan presagiar que algo no va del todo bien. Los análisis de sangre detectan los problemas en el hígado incluso en sus comienzos, lo que permite prevenir que la situación continúe empeorando. Los primeros síntomas que se manifiestan como consecuencia de una cirrosis son:
- Pérdida de apetito
- Nauseas y vómitos
- Picores en la piel
- Pérdida de peso
Conforme la enfermedad va avanzando, comienzan a aparecer otros síntomas. En esta fase empiezan a manifestarse signos de mayor gravedad y las primeras sospechas acerca de un funcionamiento incorrecto del hígado:
- Ictericia (color amarillento en la piel y en la parte blanca de los ojos)
- Hinchazón en abdomen y piernas
- Deterioro del tejido muscular
- Hematomas y hemorragias
- Presencia de sangre en vómitos o heces
- Falta de memoria
- Fiebre ocasionada por la aparición de una infección (al sufrir cirrosis aumenta la probabilidad de contraer otras infecciones)
- Cambios hormonales/sexuales: cambios en el tamaño de tus órganos sexuales, irregularidades en el periodo menstrual, etc.
Tratamiento de la cirrosis
Cuando una persona acude al especialista por la presencia de algunos de los síntomas mencionados, seguramente el médico hepatológico indique al paciente la necesidad de realizar un análisis de sangre, un TAC o una biopsia del hígado para poder realizar una valoración.
En el momento que el especialista tiene los resultados de las pruebas realizadas y el paciente es informado, debe comenzar a modificar algunos de sus hábitos. Es fundamental saber que la cirrosis alcohólica es una situación que es irreversible, pero que si se puede evitar que la enfermedad continúe desarrollándose. Si se detecta en fases iniciales puede tener cura, sin embargo, en la mayoría de enfermos de cirrosis suelen darse complicaciones graves, siendo el trasplante la única opción.
Aquellos pacientes que presenten síntomas derivados de esta enfermedad pueden ser tratados con tratamientos diuréticos, metabloqueadores para reducir el riesgo de hemorragia o para hipertensión. Los individuos que se someten a un trasplante de hígado deben saber que no deben consumir alcohol bajo ninguna circunstancia.
¿Cómo prevenir la cirrosis alcohólica?
La mejor forma de prevenir la cirrosis es no consumir alcohol o limitarlo siempre y cuando el consumo no supere a 2 bebidas alcohólicas en mujeres y 3 en hombres. Debes tener en cuenta que las bebidas espirituosas tienen una mayor graduación que por ejemplo la cerveza. Además, se recomienda llevar una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico de forma periódica.
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